domingo, 29 de noviembre de 2009

Historia de un Vals a Mordiscos III

EL ÚLTIMO MORDISCO

¿Cuánta sangre se puede derramar? Supongo que al ver tus ojos sigue siendo mi pregunta.
Yo, siempre quise tenderte la mano, incluso después de haberla manchado de nuestra sangre.
Cuando se juntan el amor y la muerte por regla general suele acabar en tragedia, no fuimos la excepción.

Estabas radiante aquel día tan maquillado de falsedad, yo no podía dejar de mirarte, no podía creer que definitivamente nuestras manos se hubieran unido. A la izquierda tú y yo, a la derecha las parcas con un hilo rojo , nuestro amor. Con cada palabra ellas se desvanecían un poco más. Pero cuando las cosas cuelgan de un hilo las fronteras se vuelven casi invisibles.
Y así fue, un tropiezo un choque frontal coloreado de fatalismo, y ¿qué color tiene un final como el nuestro?
Nunca lo sabré, ni me interesa, tengo el interior a pedazos, como para preocuparme.

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