lunes, 28 de diciembre de 2009

Odisea a corazón abierto


De haberlo sabido me hubiera quedado sentado en aquel banco para el resto de mis días. Con ello no hubiera acabado un Miércoles a las once y media de la noche enterrando mi corazón en aquel parque de la esquina. Pero después de varios desencuentros entre mi él y yo, me decidí: él se quedaba allí, yo me marchaba. Supongo que eso de dejar enterrado mi corazón os sonará o cursi o sádico pero no lo es , no os dejéis llevar por tópicos..., y acercaos a lo más utópico. Continuo, recuerdo que era una noche sin ningún rasgo especial, una noche más. Yo había preparado el equipaje por ello después de acabar con el entierro que no funeral, me marché. Mi intención no era para nada huir, solamente decidí creer en la abstención.

Así pues, mi viaje comenzó a las doce, en el sillón de un tren de color azul que se mimetizaba con el cielo, por la ventanilla las estrellas estáticas se convertían en fugaces y se veía muy muy abajo el lugar en el cual yo había sido tan feliz.
Era tarde, tarde para todo, eso creía yo al menos, por ello me dejé absorber por aquel tren, me abandoné al más profundo sueño, sabiendo que al despertar todo habría cambiado.

domingo, 29 de noviembre de 2009

Historia de un Vals a Mordiscos III

EL ÚLTIMO MORDISCO

¿Cuánta sangre se puede derramar? Supongo que al ver tus ojos sigue siendo mi pregunta.
Yo, siempre quise tenderte la mano, incluso después de haberla manchado de nuestra sangre.
Cuando se juntan el amor y la muerte por regla general suele acabar en tragedia, no fuimos la excepción.

Estabas radiante aquel día tan maquillado de falsedad, yo no podía dejar de mirarte, no podía creer que definitivamente nuestras manos se hubieran unido. A la izquierda tú y yo, a la derecha las parcas con un hilo rojo , nuestro amor. Con cada palabra ellas se desvanecían un poco más. Pero cuando las cosas cuelgan de un hilo las fronteras se vuelven casi invisibles.
Y así fue, un tropiezo un choque frontal coloreado de fatalismo, y ¿qué color tiene un final como el nuestro?
Nunca lo sabré, ni me interesa, tengo el interior a pedazos, como para preocuparme.

Historia de un Vals a Mordiscos II

SEGUNDO BAILE


Se encendieron las luces, creí que el mundo nos arropaba cuando vi aquel brillo en sus ojos.

Estábamos seguros de que nunca nos volveríamos a pisar los pies, por ello bailamos sonrientes.
Hermoso, hermoso es poco para describir aquel momento, qué digo aquel, aquellos momentos...
La vida se hizo pequeñita para juntarnos en aquellos días y nosotros nos volvimos estúpidos.
Yo, me vi rodeada de fantasmas y mareada te pisé. Tú, me mordiste con todas tus fuerzas, yo me devolví con mis manos y así comenzó de nuevo.
Cíclico, esa sería la palabra idónea para describir nuestro baile cuya duración nos colapsó.Nuestras mentes no se acostumbraron al rutinario dolor pero menos se acostumbraron nuestros ojos a vernos en el suelo rodeados de sangre tapándonos las heridas mutuamente, con nuestras torpes manos.

sábado, 31 de octubre de 2009

Historia de un Vals a Mordiscos I

LOS PRIMEROS PASOS A COMPÁS


Los tópicos son como un mar que arrastra sin compasión, pero este baile sabe nadar. No habla de vampiros de afilados colmillos sino de la sociedad, nada místico, nada mágico solamente es una perspectiva social más. O... ¿Quizá no?


Teñí mi alma de hermosura, y me acerqué sin temor. Te busqué y fallé, no debí hacerlo nunca, nunca debí dejar que agarraras mi cintura y comenzara el baile..., nunca.

Fueron tus ojos los primeros en delatarte, ya que en el primer giro, fueron ellos los que con fuerza comenzaron sin piedad a beberse mi alma, y es ahí, cuando te dejaste ver vampiro.

Mis ojos te abrieron el camino y el amor cegó tus profundos ojos, y entre tantas miradas con caras tontas, jamás imaginé que sin llegar al final del primer baile tú me morderías con tanta fuerza. Pero así fue, tus incisivos reflejando tu alma se clavaron en mi cuello con tal fuerza, que mis piernas flaquearon y me caí.

Poco recuerdo después de aquello..., solamente se desdibuja en mi mente tu borrosa boca diciendo: Yo, no quería.